Arquitectura urbana para salvar los barrios

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Las miradas asombradas de los vecinos precedían a las insistentes preguntas sobre qué es eso que están observando. Una marabunta de jóvenes recorren desde hace días las calles de su barrio, moviendo palés y tablones abandonados en solares y ordenándolos de tal forma que los solares parezcan salones urbanos. Los espacios creados resultan extraños a un lugar al que, como muchos, le falta mimo. Los ajados muros que circundan los parques reciben algo de color con una cinta adhesiva verde brillante en forma de palabras. En una pared se puede leer: Argana y yo.

Las personas que van cargando con esas maderas e ideas en la cabeza son estudiantes de Arquitectura de la Karlsruhe Institute of Germany. Para venir a la isla se han costeado el viaje individualmente. Este es el último de los cursos de un ciclo de tres en el que llevan estudiando a Arrecife como proyecto piloto para “repensar cómo se podría lograr una ciudad más ecológica, más móvil, sostenible y neutra en CO2”.

Así define el proyecto su directora, Susanne Gersbertger. Ella está escribiendo en la actualidad la tesis doctoral ‘Criterios y conceptos declarados para ciudades dentro de Reservas de la Biosfera’. La idea de visitar la isla y actuar en ella tiene su origen en el trabajo de esta profesora e investigadora.

“Arrecife es unas de las primeras ciudades dentro de una Reserva de la Biosfera, y tras 25 años siéndolo aún no se han definido los criterios para serlo”, explica Gersbertger. Durante los últimos tres años, tanto ella como los alumnos han desarrollado su visión de futuro para Arrecife a luz del flexo dibujando planos. Este momento fue el elegido para hacer algo visible de su trabajo en el papel a través de un Urban Lab, un laboratorio urbano.

MAB: el concepto

Incluido en el léxico arquitectónico, el concepto MAB (Man and biosphere) ata al hombre y a la Biosfera como una sola cosa sin posibilidad de separación. Se retroalimentan en el mismo proceso.

La idea original del estudio, como explica Gersbertger, es “conectar todos los barrios para que todas las personas tengan un espacio de movilidad y puedan ir caminando o en bicicleta hacia el centro y la costa”. En esta premisa se incluye la necesidad de repensar el transporte público para reducir el uso del automóvil.

El primer día de trabajo, los alumnos caminaron 25 kilómetros por las calles de Arrecife para reconocer su atmósfera. Para uno de ellos, para Huahua Zhang es la primera vez que hace algo así fuera de su país “en un barrio extraño para nosotros donde tuvimos que entender las necesidades del barrio para encontrar los lugares idóneos para las instalaciones”.

“Nos sentimos muy bienvenidos, la gente es muy amable”, explica la directora. “La reacción es absolutamente positiva porque los vecinos están muy agradecidos de reclamar atención para su barrio”, afirma.

Otra de las alumnas, Duygu Ozdemir cree que de esta forma han logrado “conocer a la gente, sus pensamientos y sentimientos, y la forma que tienen de convivir con el turismo masivo”.

Susanne Gersbertger espera que los resultados del proyecto que busca redefinir los conceptos de Arrecife como ciudad dentro de una Reserva de la Biosfera puedan ser presentados en la primera mitad del año próximo. Hasta entonces los salones urbanos de Argana Alta servirán como recordatorio de la necesidad de mejorar las calles para mejorar la convivencia de la capital de Lanzarote.

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