Alexis Ravelo: “De cara a la galería se reivindica a César, pero luego se dilapida su legado”

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El escritro grancanario Alexis Ravelo presentó la pasada semana su último trabajo ‘La ceguera del cangrejo’, una novela policiaca ambientada en Lanzarote editada por Siruela y que ha sido impulsada por la FCM mediante una beca residencia de escritura concedida al autor.

La novela se ha desarrollado gracias a una beca de la Fundación César Manrique, ¿cómo surge la idea del proyecto?
Yo ya había tocado tangencialmente la vinculación entre la corrupción y el desarrollismo. No terminaba de encontrar una excusa argumental para trabajar. Hablando con Fernando Gómez Aguilera surgió la idea, en 2017, y él fue el que me sugirió que trabajara con César. La ayuda consistió principalmente en una residencia de escritura y además me abrió sus archivos, bibliografía, acceso a todos los centros museísticos… Mirando hacia atrás, sin esa ayuda el libro no se habría escrito de esta manera.

¿Cuánto duró esta residencia? ¿Cómo la viviste?
El periodo fue de un año. Yo tenía la idea, pero necesitaba documentarme sobre varias cosas. Cuando escribes sobre un sitio no se puede escribir solo habiendo ido como turista, hay que escribir sobre ellos habiendo estado como viajero, entre semana, en los barrios no agradables también. Es necesario saber donde se compran las cosas para captar el ambiente de la ciudad. Por otro lado, quería investigar los desmanes del desarrollismo en las últimas décadas. Lo bueno de esta residencia fue que no se circunscribió en un periodo concreto sino que podía venir e irme en cuanto tenía un hueco.

La novela empieza con un crimen en el MIAC. Los que la han leído hablan de que a través de ella se vuelven a visitar, esta vez de manera literaria, los lugares diarios de la vida de un lanzaroteño.
Sentía mucha curiosidad por conocer cómo ven los conejeros este libro. Experimento mucho pudor cuanto ambiento en un sitio que no es mi isla. De alguna manera, esta novela tiene algo de literatura de viajes porque he elegido a un personaje protagonista que es grancanario y que ha venido a Lanzarote de viaje alguna vez. La mejor visita que realizó a Lanzarote el protagonista es justo con la mujer víctima del crimen. Ahora vuelve y es cuando empieza a conocer la isla. me interesaba mucho que el lector hiciese el viaje con él, que al mismo tiempo es el viaje a su pasado con esta mujer. A su vez, como esta mujer trabajaba en César Manrique, es un viaje a la biografía de César Manrique y a los últimos 40 años de la sociedad lanzaroteña. He intentado construir una novela que sirviese para mostrarle al foráneo cómo es Lanzarote.

A la hora de escribir la novela, ¿sentiste alguna vez miedo de escribir algo sobre Manrique que pudiera molestar a los lanzaroteños sabiendo la consideración que se tiene de él en la isla?
Me interesaba ser respetuoso con la memoria de Manrique, pero es una memoria que he notado que por parte de ciertos sectores de poder la han tratado con doble moral: de cara a la galería se reivindica a César, pero luego legislativamente de dilapida su legado. Me daba más miedo que el libro se convirtiese en una geografía de César. Quería que apareciesen sus luces y sus sombras, pero descubrí muy pocas sombras. Después de estudiarle no puedo más que admirarlo más de lo que ya lo hacía. Era un tipo muy valiente cuyo pensamiento mediomabiental surge de una intuición que le hacía capaz de ver la verdad absoluta. La doble moral de la hablo es lo que verdaderamente me molesta.

Entonces, esos desmanes urbanísticos que se critican en el libro también están ligados a la clase política.
Entiendo que sí. Desmanes de este tipo no serían posibles sin cierta connivencia tanto social como política. Ahora bien, quiero que quede claro, lo que se cuenta en la novela es ficción. Hablar de César es hablar contra el desarrollismo desbocado que ha hecho y hace mucho daño en todas las islas canarias y que también ocurre en toda la costa española. Era inevitable tratar este tema porque es muy jugoso para un novelista. Los novelistas negros hablamos de la violencia y esto es violencia estructural, económica, que se salta las leyes y que depreda lo que es de todos. Lo que ocurre es que cuando describes una práctica como esta en un determinado lugar siempre va a haber un político o un empresario que se va a sentir aludido, pero es problema suyo. Nunca escribo novelas contra las personas, pero sí que escribo novelas contra ciertas acciones que realizan las personas. La idea es plantearle al lector las mismas preguntas que me planteo yo.

‘La ceguera del cangrejo’, localizada en Lanzarote, es una novela extrapolable a muchas partes de este país.
Es que si no fuera así no valdría la pena. La única novela que vale la pena es la que trata temas que son universales. La injusticia, corrupción, la doble moral, son temas absolutamente universales. Las formas en las que el poder se salta la ley o genera leyes, para que las clases privilegiadas salvaguarden sus prerrogativas, van cambiando a lo largo del tiempo pero la estrategia es universal. Los novelistas negros debemos buscar las contradicciones del sistema.

En un país que no lee, ¿ayuda la novela negra a captar nuevos lectores?
Sobre todo a los jóvenes y a personas mayores que habían perdido el hábito de lectura. La novela negra es un subgénero que nace precisamente para el pueblo. Es un tipo de novela que resulta atractiva, suele ser divertida, amena con una intriga que investigar. Me parece interesante porque además de atraer al lector y evadirlo de la realidad lo hace reflexionar sobre esa misa realidad. En este sentido, más que un género de evasión es un género invasivo porque una buena novela negra le revuelve las tripas al lector.

Cuanto te sientas a escribir, ¿sientes alguna vez la responsabilidad de saber que estás escribiendo para un grupo concreto de personas?
Si me preocupara por eso no escribiría ni una sola línea porque siempre va a haber alguien a quien tu texto va a desagradar. Intento no ponerle marcas al lector al que escribo porque si lo hago me va a limitar a la hora de realizar mi trabajo. Solo hay un tipo de texto de los que escribo en los que sí me condiciona pensar a quién va dirigido: el texto infantil. Un autor de libros infantiles tiene la responsabilidad de divertir a sus lectores, pero a los lectores más menudos hay que enamorarlos, lograr no ser el tipo responsable de que odien la literatura.

¿Qué importancia tiene la literatura en la educación de la juventud canaria?
La literatura es fundamental porque todo conocimiento llega por la palabra escrita. Una sociedad formada en humanidades y en letras va a ser puntera en cualquier otra rama de conocimiento. En España tenemos un gran problema con la educación porque ha faltado talla moral en los dirigentes de las últimas décadas para formar un sistema educativo que dote de valoras a la ciudadanía. Además, reformas como la de Wert fueron muy perniciosas porque nos hacía involucionar en muchos sentidos porque el conocimiento científico sin humanidades no sirve de nada. Yo visito muchos centros educativos y mi experiencia es que estamos formando a nuestros chicos y chicas gracias a la voluntad de unos profesores que trabajan en la trinchera como verdaderos héroes que luchan contra un montón de cosas entre ellas la propia administración.

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